


Las obras en concreto son Mesa de ping- pong con estanque, Oval con péndulo y Caballos corriendo infinitamente. La primera, como su nombre indica, es una mesa de ping-pong, en este caso para cuatro jugadores, con un estanque en medio. La segunda es una mesa de billar ovalada cuyas bolas están atadas con un hilo al techo, de tal manera que cuando se lanza una de ellas, se sale de la mesa. La tercera son caballos de ajedrez en un tablero de dimensiones descomunales, en teoría, corriendo infinitamente. Quizá por ser mexicano, Orozco es sensible a la idea de frontera y en estos juegos quiebra esa barrera limítrofe que en ocasiones viene asociada a la libertad. Lo interesante de estos juegos, claro está, no es su ingenio formal sino su relación con la vida.
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