viernes, 31 de octubre de 2008

martes, 28 de octubre de 2008

lunes, 27 de octubre de 2008

Cubría el trayecto a la facultad en tren, en compañía de unos compañeros de clase cuando uno de ellos llamó mi atención sobre una extraña inscripción. Al darme la vuelta y acercarme a una papelera, pude ver lo siguiente:


Alguien había sustituido el logotipo de RENFE, con su clásica tipografía, por el de FRENE, en un perfecto anagrama y lo había pegado en un lugar donde no suele haber inscripciones, lo cual quizá fuera el motivo por el que mi compañera reparara en su existencia, no así el personal de limpieza. No encontré al autor de aquel anagrama en el vagón ya que éste estaba, como puede observarse, prácticamente vacío. Algunos bordes se habían despegado, eso, y el aspecto del soporte me llevan a pensar que el autor arrancó las letras del lugar donde estaban, alteró su orden, y las volvió a colocar en otro lugar; aunque a lo mejor me equivoco y en realidad su intervención no fuera tan ortodoxa y supusiera un proceso de elaboración distinto, esto es, fotocopiar las letras sobre algún tipo de papel adhesivo.

En cuanto al autor, bien podría ser un adolescente despreocupado en un simple juego lúdico, bien un estudiante de la facultad (dado que los trenes cubren el trayecto) o cualquier otro artista urbano más o menos formado, bien cualquier otra persona por la razón que fuera, pudiendo ser de lo más peregrina. Antes de que iniciara esta andadura ya tenía el conocimiento de ciertos sujetos madrileños que sustituyeron la indicación de la estación “Palos de la frontera” por “Palos en la frontera”.

http://www.redretro.org/

En este enlace se puede ver la Red Retro, una acción suburbana que busca cambiar recorridos. Claro que… ya puestos a ver, quién no habrá visto algún logo tergiversado de la mano de autores diversos, valgan los dos ejemplos siguientes


Atribuir autores en el caso de los carteles de metro es difícil porque, por motivos legales, prefieren esconderse en el anonimato mientras que en el segundo… corren a cargo de diseñadores aburridos o incluso diseñadores contratados expresamente para eso. Respecto a lo último, me vienen a la cabeza algunos sketchs de televisión donde se hace una parodia de un producto y se sustituye la marca por otra parecida e ingeniosa.

En fin, volviendo a los primeros casos, podrá cuestionarse si estamos hablando de arte o no, lo que sin duda podemos afirmar es que no se trata de objetos comerciales. Son expresiones que pueden surgir en cualquier lugar, de cualquier forma; pueden ser realizadas por cualquiera y observadas por todo el mundo. Queda claro que no son diestras o especializadas, ni, como dije, mucho menos susceptibles de ser intercambiadas por un valor monetario. La huella de estas intervenciones, en el caso de ser reproducida y comercializada, pierde sentido. Aunque actualmente manifestaciones de arte de todo tipo tengan cabida en museos y galerías, especialmente aquellas inspiradas en el idealismo del 68, no deja de ser extraordinario este hecho. Imaginemos una exposición de los carteles de metro... podrían aparecer las fotografías de los carteles, o incluso algún cartel, habría catálogos y canapés, comisarios, críticos... y alguien que pagaría una suma de dinero por los derechos de la idea. Creo que la sola imagen, por sí misma y sin necesidad de argumentar mucho más, ya es un poco extraña.

Disputas intrascendentes



Propuesta

El paseo por la ciudad es, a mi ver, una impostura, todo lo contrario que vagar por el medio natural donde el acto parece envuelto de cierta espiritualidad. Las calles son vías que pretenden organizar y pautar los desplazamientos y esto las hace ciertamente incómodas. Entiéndase, son muy cabales los órdenes planificados, pero a veces nuestras necesidades no son, por decir, siempre prácticas y cabales. Lo que quiero expresar es que quizá sea lo más práctico vivir en un cuadrado donde cada cosa está en su sitio –valga la aproximación– pero a lo mejor uno se siente más a gusto, por poner, en un óvalo. Lo característico de aquel cuadrado es que será siempre eso mismo, un cuadrado, mientras que el óvalo puede convertirse en círculo, o en huevo, esto es; que no tenemos que conformarnos con adaptarnos a un sitio cuando el sitio puede adaptarse a nuestro pensamiento. Los efectos y las formas del ambiente geográfico repercuten directamente sobre las emociones del individuo y el comportamiento de las personas. Esto ya lo advirtieron, entre otros, los situacionistas elaborando propuestas de lo que se hoy consideramos un urbanismo alternativo.

La mayoría de los espacios de la ciudad son vías de tránsito, no de estancia. Quedarse parado en la ciudad es difícil pues no sólo hay pocos lugares destinados a tal fin sino que el hecho de pararse parece suponer un retroceso en la ferviente actividad productiva. Esta actividad gobierna el trazado de la ciudad. Un aspecto particularmente molesto de esta relación es la sobreabundancia de carteles, letreros luminosos, simbología... estos mensajes son de todo tipo; indicativos, informativos, publicitarios, comerciales e incluso personales y hasta subversivos. Unos mensajes que tenemos la obligación de ver y a los que no podemos contestar, la analogía con la televisión, en este caso, me parece clara. En algunos sitios se ha tratado de regular este fenómeno y las propuestas han sido varias; desde la ciudad de São Paulo, donde se ha suprimido toda publicidad, hasta Madrid, donde el gobierno habilitó no hace demasiado tiempo unos espacios especialmente concebidos para ubicarla. El clásico conflicto de los gobiernos contra el graffiti es otro ejemplo de lucha contra la contaminación visual.

Mi propuesta se centra en alterar este tipo de realidades como contestación a aquellos mensajes. En principio, estoy tomando fotografías de letreros y cambiando el orden de las letras para formar nuevas palabras en un juego más o menos poético pero sin descartar la posibilidad de intervenir directamente sobre los carteles siempre y cuando dicha intervención fuera respetuosa.