lunes, 27 de octubre de 2008

Cubría el trayecto a la facultad en tren, en compañía de unos compañeros de clase cuando uno de ellos llamó mi atención sobre una extraña inscripción. Al darme la vuelta y acercarme a una papelera, pude ver lo siguiente:


Alguien había sustituido el logotipo de RENFE, con su clásica tipografía, por el de FRENE, en un perfecto anagrama y lo había pegado en un lugar donde no suele haber inscripciones, lo cual quizá fuera el motivo por el que mi compañera reparara en su existencia, no así el personal de limpieza. No encontré al autor de aquel anagrama en el vagón ya que éste estaba, como puede observarse, prácticamente vacío. Algunos bordes se habían despegado, eso, y el aspecto del soporte me llevan a pensar que el autor arrancó las letras del lugar donde estaban, alteró su orden, y las volvió a colocar en otro lugar; aunque a lo mejor me equivoco y en realidad su intervención no fuera tan ortodoxa y supusiera un proceso de elaboración distinto, esto es, fotocopiar las letras sobre algún tipo de papel adhesivo.

En cuanto al autor, bien podría ser un adolescente despreocupado en un simple juego lúdico, bien un estudiante de la facultad (dado que los trenes cubren el trayecto) o cualquier otro artista urbano más o menos formado, bien cualquier otra persona por la razón que fuera, pudiendo ser de lo más peregrina. Antes de que iniciara esta andadura ya tenía el conocimiento de ciertos sujetos madrileños que sustituyeron la indicación de la estación “Palos de la frontera” por “Palos en la frontera”.

http://www.redretro.org/

En este enlace se puede ver la Red Retro, una acción suburbana que busca cambiar recorridos. Claro que… ya puestos a ver, quién no habrá visto algún logo tergiversado de la mano de autores diversos, valgan los dos ejemplos siguientes


Atribuir autores en el caso de los carteles de metro es difícil porque, por motivos legales, prefieren esconderse en el anonimato mientras que en el segundo… corren a cargo de diseñadores aburridos o incluso diseñadores contratados expresamente para eso. Respecto a lo último, me vienen a la cabeza algunos sketchs de televisión donde se hace una parodia de un producto y se sustituye la marca por otra parecida e ingeniosa.

En fin, volviendo a los primeros casos, podrá cuestionarse si estamos hablando de arte o no, lo que sin duda podemos afirmar es que no se trata de objetos comerciales. Son expresiones que pueden surgir en cualquier lugar, de cualquier forma; pueden ser realizadas por cualquiera y observadas por todo el mundo. Queda claro que no son diestras o especializadas, ni, como dije, mucho menos susceptibles de ser intercambiadas por un valor monetario. La huella de estas intervenciones, en el caso de ser reproducida y comercializada, pierde sentido. Aunque actualmente manifestaciones de arte de todo tipo tengan cabida en museos y galerías, especialmente aquellas inspiradas en el idealismo del 68, no deja de ser extraordinario este hecho. Imaginemos una exposición de los carteles de metro... podrían aparecer las fotografías de los carteles, o incluso algún cartel, habría catálogos y canapés, comisarios, críticos... y alguien que pagaría una suma de dinero por los derechos de la idea. Creo que la sola imagen, por sí misma y sin necesidad de argumentar mucho más, ya es un poco extraña.

No hay comentarios: